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Si tienes que comprar el material, no escatimes; una buena
mochila resulta algo más cara que una corriente, pero a la larga
ahorrarás en salud y comodidad. Además, son artículos
que duran años y dan un buen servicio tanto en viajes largos, como
en pequeñas escapadas de fin de semana. Recuerda que uno de los mayores
enemigos de la mochila es la lluvia. Hazte con un chubasquero (desde 5€)
para cubrirla y evitar que toda tu ropa acabe empapada. Igualmente, cuando
lo desees, podrás utilizarlo para impedir que sus bolsillos queden
a la vista de posibles ladrones. Lo más complicado e importante de
todo es saber qué es necesario durante un viaje. Esta es una cuestión
que no tiene una sola respuesta, ya que depende en gran medida del destino
elegido y la época del año en la que se viaje. Obviamente,
no es lo mismo pasar un mes de verano en el Mediterráneo, que atravesar
todo el continente para festejar la Nochevieja en la Plaza Roja de Moscú.
Así, nuestras recomendaciones en este capítulo van dirigidas
a cualquier persona que lleve a cabo su aventura en los meses más
cálidos del año.
En general, tendemos a creer que hay que hinchar la mochila con ropa
porque va a ser complicado limpiarla. Esto es falso. Cada vez son más
los albergues que ofrecen la posibilidad de utilizar una lavadora
e incluso una secadora, y en cualquier ciudad de cierto tamaño
encontrarás lavanderías de autoservicio. Casi todas facilitan
detergente, aunque resulta más barato viajar con una botella de
plástico de medio litro rellena de jabón en polvo. También
se puede ahorrar el dinero de la secadora colgando la ropa en la habitación.
Un par de metros de cuerda atados a dos extremos del cuarto son el tendedero
perfecto en el que secar la colada mientras pasas el día visitando
la ciudad. Para separar la ropa limpia de la sucia, basta con utilizar
una bolsa de plástico para depositar la segunda. Así, además
de aislar el mal olor, no perderás tiempo en localizar las prendas
limpias. Si recurres a este práctico sistema, asegúrate
de que la bolsa no sea una de esas que meten muchísimo ruido. Piensa
en tus compañeros de habitación y no olvides que no hay
cosa más desagradable que despertarse con el ruido de una bolsa
de plástico.
¿Qué no puede faltar en tu mochila?
- cuatro mudas.
- cuatro camisetas (evita las camisas, hay que plancharlas).
- cuatro pares de calcetines.
- un jersey para los días frescos y para salir por la noche.
- un pantalón vaquero (oscuro a poder ser).
- un pantalón corto o bermudas (no demasiado hortera, por
favor).
- un bañador.
- Gafas de sol.
- Calzado cómodo (un solo par) para caminar y salir por
la noche.
- Un par de chancletas para ir a la playa y caminar en los días
calurosos.
- Gorro para protegerse del sol.
- Chubasquero para el porteador y para la mochila.
- Chancletas ligeras para la ducha.
- Una toalla para la ducha y la playa.
- Cepillo de dientes y dentífrico.
- Champú y gel tamaño viaje (en un solo bote).
- Olvídate de la espuma de afeitar y la maquinilla, déjate
barba.
- Otros artículos para la higiene personal (desodorante, tampones...).
Uno de los compañeros de viaje más importantes para los
mochileros es el saco de dormir. Si no te puedes permitir pernoctar
en hoteles dependerás de él totalmente, ya que en muchos
hostales cobran por el alquiler de las sábanas. Básicamente,
existen sacos de invierno y de verano y los precios varían según
su calidad. Es cierto que todos te cubrirán y protegerán
del frío, pero hay que tener en cuenta su peso y tamaño.
Trata de conseguir uno que no exceda los 2kg y que no ocupe más
de 30 o 35cm. Por un lado ahorrarás en alquiler de sábanas
y por otro dispondrás de él cuando tengas que pasar la noche
en un tren o en alguna estación de Europa esperando una conexión
que no llega.
Si has decidido recurrir al camping para alojarte durante tu aventura,
además del saco de dormir tendrás que acarrear una tienda
de campaña y quizá una esterilla que, si bien
no es pesada, ocupa mucho espacio. El gran problema de la tienda es, una
vez más, el engorro que supone moverse de un lado a otro con un
gran bulto. Es cierto que si viajas en pareja o grupo podrás compartir
la carga, pero sigue siendo muy cansado. En cualquier caso, viajes con
o sin tienda, procura que todos los bultos estén atados a la mochila
principal, de manera que no se te olvide nada en el tren o en cualquier
otro sitio.
Una vez que hemos hablado del equipo y el equipaje básico, vamos
a destacar otros elementos que también puedes meter en tu
macuto. Un pequeño kit de supervivencia ha de constar de
tiritas, para las incómodas rozaduras que se producen en los pies
al caminar varias jornadas seguidas; de alguna aspirina, para los inoportunos
dolores de cabeza, y de aquellos medicamentos que precises si estás
siguiendo un tratamiento en el momento de iniciar el viaje. No hay que
exagerar, no te lleves la farmacia entera, ya que en la mayoría
de países del continente podrás encontrar los mismos fármacos
(con nombre diferente) que en España. Hasta el 11 de septiembre
de 2001, uno de los objetos imprescindibles para cualquier aventura era
la popular navaja suiza, con la que se podían preparar unos
bocadillos de lujo. Pero ahora, después de los atentados contra
las Torres Gemelas (Nueva York) y el Pentágono (Washington), si
planeas tomar el avión en algún momento de tu aventura,
será mejor que la dejes en casa; si no, te la requisarán
en el aeropuerto. La dificultad de conciliar el sueño o
de dormir sin sobresaltos es una queja bastante extendida entre los mochileros,
que tienen que convivir con gente desconocida cada noche en hostales y
trenes. Sinceramente, no hay muchas soluciones para este problema, pero
un par de tapones para los oídos te pueden ahorrar una buena
parte de los ruidos (ronquidos) que emitan tus compañeros de habitación.
Son baratos y una vez que te acostumbres a ellos no dejarás de
utilizarlos ni al regresar a casa. Como a todos nos gusta que no se nos
moleste cuando dormimos, es aconsejable que te hagas con una pequeña
linterna, de manera que puedas valerte de ella sin necesidad de encender
la luz principal del dormitorio cuando la gente está acostada o
cuando tengas que levantarte antes de lo normal. Asimismo, un buen método
para encontrar las cosas es dejarlas siempre en el mismo sitio, en
el mismo bolsillo (obvio), lo que facilita la búsqueda y reduce
los molestos ruidos. Igualmente, llévate un despertador de bolsillo:
es imprescindible para madrugar, si hay que salir pronto de la ciudad,
y para no quedarse dormido en el tren cuando hay que apearse a horas intempestivas.
Por último, mete un rollo de papel higiénico en la
mochila. Pesa muy poco y hace las veces de pañuelo, servilleta...
Viajar es muy bonito y enriquecedor, parece que siempre se está
ocupado por ahí descubriendo países y explorando ciudades,
pero hay poca gente que tiene en cuenta las largas esperas a las
que debe hacer frente el trotamundos. Para no desaprovechar el tiempo
muerto en estaciones, aeropuertos, trenes, autobuses o aviones puedes
echar mano de un libro o, si te gusta escribir, puedes recoger
tus andanzas e impresiones en un diario que te ayudará a
recordar lo mejor del viaje cuando éste haya tocado a su fin.
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