En la playa o en la montaña puede estar el descanso merecido. O quizá, en alguna ocasión, el origen de un problema. A los riesgos que cada año se pegan a la piel del verano (incendios, bacterias, la picadura de las medusas, el trajín de las motos de agua...) se suma en esta ocasión la llegada a la costa de nuevas galletas de chapapote. Los expertos nos dicen cómo defendernos.
Cremas solares contra el chapapote
El hundimiento del «Prestige» aún deja huellas, negras, feas. Ahora las volvemos a ver en las playas de Galicia y el Cantábrico, lo que significa un interrogante para la campaña turística que comienza. ¿Qué efectos pueden tener en la piel los residuos de fuel? La consellería de Sanidad advierte que el chapapote no afecta si no existe un contacto prolongado. Aun así, lanza una serie de consejos para aquellos que vayan a pasar sus vacaciones en las zonas afectadas: evitar caminar por las rocas que presenten restos de chapapote y, en caso de tragar agua con irisaciones de petróleo, acudir al servicio médico. Advierte, además, que las manchas de fuel se pueden eliminar con cremas solares, vaselina o aceite de cocina.
En cuanto a los voluntarios o personas que hayan mantenido un contacto duradero con el fuel, se recomienda un seguimiento más cercano. En este caso se refiere a los residentes en las zonas afectadas, sobre todo mujeres embarazadas, marineros y personas que han desarrollado algún tipo de actividad en contacto directo con el vertido. La piel, la respiración y la digestión son las tres principales vías de entrada en el organismo humano de las sustancias «tóxicas».
De estas tres vías de contaminación, la piel y la inhalación de sustancias contaminantes se consideran como más habituales, produciendo reacciones adversas como dermatitis o irritaciones que llegan a favorecer el paso de los hidrocarburos, sin que ningún sistema inmunológico lo pueda combatir. En el caso de las vías respiratorias, el problema puede ser más apreciable cuando se haya utilizado agua a presión para la limpieza de los barcos o instrumentos para la extracción del fuel. En cuanto a la vía digestiva, cobra importancia meses más tarde, por la posibilidad de que los hidrocarburos aromáticos policíclicos -HAPs- y metales pesados puedan llegar al organismo humano por la cadena alimenticia.
A la vista de los componentes del vertido del «Prestige», los especialistas en el tema han llegado a la conclusión de que los efectos a corto plazo se resumen en problemas generales del sistema neurológico, problemas respiratorios y digestivos o cutáneos-mucosos como irritaciones en la piel o en los ojos.
Prevención, mejor arma contra el fuego
El calor ha entrado con toda su fuerza, la vegetación abundante gracias a las lluvias de la primavera ya está seca y, por tanto, el riesgo de incendios forestales es extremo. «Todas las medidas de prevención van a ser pocas», señala Ismael Muñoz, del Colegio de Ingenieros Técnicos Forestales. A pesar de que siempre se echa la culpa a la climatología, muchas de estas medidas conciernen a los propios ciudadanos. A saber: no hacer fuego en el campo sin los consiguientes permisos; las hogueras deben hacerse en lugares señalizados para ello y deben apagarse con agua, pues si se cubren las brasas con tierra ésta actuaría como un horno manteniéndolas incandescentes por mucho tiempo; no tirar colillas, plásticos, papeles o cristales, que si bien a veces no son la causa del incendio sí ayudan a propagarlo. Si se vive en el campo, explica Muñoz, hay que despejar de vegetación el espacio que rodea a las líneas eléctricas, los márgenes y caminos que llevan a la casa y los tejados.
Esto en cuanto a la prevención, pero ¿qué hacer cuando uno es testigo del inicio de un incendio? Muñoz es tajante: «Nunca hay que creer que puedes dominarlo solo», sino avisar a la autoridad más cercana y no huir nunca hacia arriba -el fuego actúa como una chimenea- sino bordear la zona. Si uno va en su coche no debe pararse a mirar, sino cerrar las ventanillas, encender los faros y conducir hacia un claro. Para quien colabore en la extinción de un incendio, nunca se debe trabajar aislado, no hay que arrojar agua a los cables eléctricos y se debe contar con la pericia necesaria para alejarse de la trayectoria de los miles de litros de agua que lanzan los medios aéreos. Y esto Ismael Muñoz lo dice por propia experiencia.
Bacterias: no estamos solos
No, ni muchísimos menos. Porque a la multitud de personas que seguro que nos van a rodear en nuestras deseadas vacaciones, se van a unir miles de seres diminutos empeñados en no separarse de nosotros de ninguna manera. Y, aunque no se puedan considerar enemigos potenciales para la salud, sí pueden convertirse en origen de enfermedadaes infecciosas. ¿Por ejemplo? Veamos. Las bacterias, esas pequeñísimas criaturas que se instalan sin piedad en múltiples lugares. Uno de sus preferidos, sin duda, los baños públicos. Usados por unos y por otros en la época estival y descuidados, en una alta proporción de casos, por usuarios y responsables, los baños públicos se contaminan con especial facilidad. Para que se hagan una idea, y aunque más de uno ponga cara de asco al leer estas líneas, en un estudio realizado recientemente en retretes públicos se descubrió que el 60 por ciento de las tapas presentaban contaminación fecal. Aunque nadie en su sano juicio se apoya en un asiento sucio, son muchísimas las personas que lo limpian con papel higiénico para luego asentar allí sus humildes posaderas. Mal hecho. Las bacterias se difunden por el borde y el interesado puede llevarse alguna de ellas «de recuerdo». Si encima no se lava las manos (no por falta de higiene, sencillamente porque seguro que no hay jabón o éste todavía está más sucio que el resto del recinto) y decide, por ejemplo, comerse un bocadillo, la bacteria del asiento podría formar parte de su alimento. Es así. Si a esto añadimos que los pomos de las puertas, los grifos y las manillas de las cadenas también están poblados de estos «adorables» seres, una de dos: o se aguanta, cuando la necesidad aprieta, o no olvida nunca que en los baños públicos hay que mantener unas mínimas reglas de higiene. Lávese siempre las manos y séqueselas con toallas de papel o con aire.
Medusas: veneno en la piel
El territorio de las medusas es alta mar, pero cuando sube la temperatura del agua o las arrastran las mareas, llegan a las costas. Su presencia es común en el Mediterráneo. En su cuerpo disponen de cápsulas rellenas de veneno, que se abren con el contacto con una superficie (la piel) y si se las pasa de agua salada a agua dulce. Los accidentes más frecuentes se producen durante el baño, al toparnos con medusas muertas o restos de este animal, aunque también podemos encontrarlas en la arena. Hay medusas de muchas clases. Desde las pequeñas y transparentes a las grandes, cuyo centro es de color canela, que a veces pueden verse flotando en las aguas. Las lesiones que provocan se pueden resumir en reacciones locales más o menos dolorosas y, excepcionalmente, náuseas, vómitos o calambres. En caso de picadura lo más prudente es lavar bien la zona afectada y aplicarle una pomada antihistamínica. Los médicos también recomiendan aplicar una bolsa de hielo sobre la picadura durante quince minutos, sin que el hielo toque directamente la piel. A continuación se pueden extraer los restos de los tentáculos, por ejemplo con una tarjeta de crédito.
La montaña siempre sorprende
La montaña en verano puede reservar desagradables sorpresas. Deshidratación, golpes de calor, desorientación, tormentas repentinas, quemaduras solares, caídas por llevar calzado o equipo inapropiado son las causas más comunes por las que los servicios de rescate de las distintas comunidades autónomas se ven obligados a intervenir. Como siempre, la mejor manera de evitar accidentes es prevenir. La página web de la Guardia Civil publica todos los años unos interesantes consejos. Ser paciente y prudente, no ir nunca solo, dejar a los conocidos o incluso a la propia Benemérita un croquis del recorrido a realizar, aprender a leer mapas (y llevarlos a mano), estudiar los partes meteorológicos, estar atentos a los barrancos en caso de tormenta repentina, medir tus capacidades físicas, hidratarse continuamente con bebidas isotónicas, llevar vestuario y calzado apropiado, no olvidar la protección contra el sol (gafas y gorra) o incluso cargar con un diminuto botiquín ) y llevar siempre un móvil con batería suficiente, son algunas de las recomendaciones que seguro harán de nuestras vacaciones un placentero paréntesis.
La normativa en lo referente a uso y disfrute de los espacios naturales es diferente en cada comunidad autónoma, pero en general: se prohíbe acampar fuera de los lugares permitidos, la emisión de ruidos que perturben la tranquilidad de las especies circundantes, el empleo de fuego fuera de la época autorizada o circular con cualquier vehículo fuera de las pistas forestales habilitadas. Respetarlas asegurará que nuestros hijos disfruten la misma Naturaleza.
Deporte y baño: juntos, no revueltos
El mayor número de accidentes mortales en las playas no es consecuencia de deportistas osados que vuelan sobre la cresta de las olas. La estadística habla de muertes por ahogamientos de bañistas o submarinistas debido a golpes de calor, cortes de digestión, calambres, inmersiones en condiciones físicas no óptimas, mal estado del equipo... A la hora de disfrutar de las playas, bañistas y deportistas deben compartir entorno y cumplir unas normas de seguridad. La legislación que regula todo lo referente a seguridad marítima y embarcaciones de recreo emana de la Ley de costas, de puertos del Estado y de la Marina Mercante, al margen de las específicas sobre embarcaciones de recreo y motos acuáticas. Las capitanías marítimas publican las normas básicas a seguir. A bañistas y submarinistas: se les prohíbe el baño en lugares donde es prioritaria la maniobra de embarcaciones, se les conmina a señalar su presencia (buceadores) con boyas de color naranja y a no realizar inmersiones en solitario; a los patrones de embarcaciones se les obliga a respetar las zonas balizadas para los bañistas y a no navegar a más de 3 nudos a menos de 200 m. de la playa o 50 m. de la costa; a los conductores de motos náuticas se les exige: haber cumplido los 18 años, tener la titulación náutico-deportiva correspondiente a la potencia de su vehículo (para uso fuera de circuito balizado), usar chaleco salvavidas y suscribir seguro de responsabilidad civil; a los windsurfistas: vigilar la meteorología, verificar las horas de las mareas, alejarse de los bañistas, no separarse más de una milla de la costa, usar trajes contra el frío y chalecos salvavidas de colores llamativos y no navegar solos. |