Por Ana Rosa Sánchez La infancia parece transcurrir actualmente a un ritmo vertiginoso; los niños dejan de serlo bastante pronto. Sin embargo los sociólogos han detectado un alargamiento en el periodo de duración de la juventud. Esto se manifiesta en una retraso en incorporación al mundo adulto.
Volar del nido, ¿una misión imposible?
En el informe elaborado por el Instituto de la Juventud (INJUVE) correspondiente al año 2000, los expertos aseguran que la sociedad en la que vivimos dispone de pocos recursos para conseguir que una persona salga del domicilio familiar antes de haber cumplido los 30 años. De hecho, sólo el 23% de los jóvenes españoles que aún no han llegado a la treintena se ha emancipado; el 77% restante sigue viviendo todavía en el hogar familiar.
Por otra parte, la Fundación Santa María, en su estudio sobre la juventud de nuestro país, concluye que 'si una persona ha rebasado esta edad pero todavía sigue viviendo con sus padres, mantendrá la referencia de una emancipación fallida y buscará la autonomía por otros caminos'. En la citada investigación también se señala que el 82% de los jóvenes se muestra muy satisfecho con la vida que lleva.
¿Qué les impide dejar el hogar familiar?
Según datos del INJUVE, cuatro de cada cinco jóvenes aduce motivos económicos para no dejar el hogar. Los más frecuentes son la precariedad en el empleo, las dificultades para acceder a una vivienda y los bajos salarios. De entre los que trabajan y quieren independizarse, sólo el 45% dice ganar la cantidad que le hace falta. Un importante porcentaje espera aumentar sus ahorros para poder emanciparse, mientras que un 9% aduce motivos afectivos para no dejar la casa familiar.
La comodidad es otra de las razones más esgrimidas. De hecho, un 18% (en su mayoría, varones) es económicamente autosuficiente y dispone de estabilidad laboral, pero permanece en el hogar de sus padres.
Los jóvenes de estrato social más bajo acostumbran a emanciparse antes. Esto tiene relación con el hecho de que los que disponen de más medios suelen prolongar sus estudios con cursos de posgrado, masters, aprendizaje de idiomas, etc. Para todos ellos, la dependencia económica mientras estudian les impide marcharse de casa. Una vez han terminado su formación, tampoco lo tienen fácil, ya que, según datos del Instituto Nacional de Estadística, tardan una media de dos años y medio en encontrar su primer empleo.
La tolerancia dentro del entorno familiar propicia también esta situación de dependencia. En la familia prima un sistema democrático de apoyo y los jóvenes ya no ven esta institución como algo represor. Existe libertad de horarios y actitudes, los hijos se tienen a una edad más madura y los padres afrontan la paternidad más preparados y con mayor nivel socioeconómico.
Según la Fundación Santa María, 'hoy el niño es un bien escaso, más voluntariamente deseado que en otras épocas'. Para la quinta parte de los jóvenes, los mayores conflictos dentro del seno familiar se originan por razones domésticas.
Los jóvenes españoles valoran la libertad de la que gozan, aunque vivan con sus padres, y huyen de cargas familiares. La mayoría disfruta de las comodidades de un hogar, pero sin hacerse cargo de los gastos.
Sólo una de cada cinco mujeres y uno de cada 10 varones convive con su pareja, y cada vez es más tardía la edad en la que dan este paso. Las mujeres suelen emanciparse para vivir en pareja antes que los hombres. Para éstas, el matrimonio significa perder los beneficios de los que gozan hasta ese momento.
Vivir solo o en pareja
Los que abandonan el nido familiar lo hacen por diversos motivos:
· Formar un nuevo hogar. Éstas son las emancipaciones más tardías y por las que se deciden casi la mitad de los jóvenes. · Estudiar. Toman esta decisión a edades tempranas, de los 18 a los 22 años, y se da más en las mujeres. Este cambio de domicilio implica una dependencia económica de la familia. · Necesidad de vivir solos. Cuanto mayor es el municipio en el que residen y más formación tienen, mayores son sus posibilidades de independizarse. · Trabajar. Es una razón poco frecuente y cada vez menos habitual, según la información de que dispone el INJUVE. 'Está más generalizada entre los jóvenes con familias que se encuentran en una situación económica delicada y suele coincidir con una formación educativa más elemental. Se da con más frecuencia cuanto más pequeño sea el municipio en el que residen'. · Por circunstancias familiares. Suele deberse a una mala relación paterno-filial, o al fallecimiento de uno de los padres. Estos casos acostumbran a presentarse con mayor asiduidad entre los jóvenes menores de 21 años y, sobre todo, en las mujeres.
El elevado coste social
Baja tasa de nupcialidad y, por tanto, baja tasa de natalidad, aumento de la permisividad familiar... En opinión de los sociólogos que han elaborado el informe para la Fundación Santa María, el retraso en la emancipación de la juventud española tiene un alto coste que se centra en:
· Una sobrecarga económica y emocional, aunque de doble signo -complacencia o fastidio, según los casos-, para los padres. La mayoría de éstos se debate entre la necesidad de gozar de cierta independencia, una vez que han llegado a la edad madura y han culminado la tarea de criar a los hijos, y la satisfacción de tener a los hijos aún bajo su cuidado. · Disminución de la nupcialidad y, probablemente, de la natalidad. Hoy los jóvenes no se marcan como objetivo formar su propia familia; además, cuando se deciden a hacerlo, ya han rebasado su juventud. · Retorno a la pauta cultural, que se creía rota, de la emancipación tardía de los jóvenes, sobre todo de las mujeres, cuya salida del hogar paterno se vinculaba estrictamente al matrimonio. · Aumento de la permisividad familiar. Los hijos son ya mayores y es difícil imponerles unas normas.
El Instituto de la Juventud señala también la decreciente expectativa de tener varios hijos. Hoy los jóvenes deciden cuándo desean tener hijos, casi siempre en función de las posibilidades económicas y profesionales. |