Kafka metamorfoseó a uno de sus personajes en animal; Rimbaud se desdoblaba con el «yo es otro»; Freud buceó en el inconsciente del ser humano de la mano del psicoanálisis, y Pessoa, gracias a sus heterónimos, convirtió al yo en pluralidad. PhotoEspaña, que ayer se inauguró oficialmente, cumple seis años. Y lo hace reflexionando sobre la identidad y la alteridad, sobre el yo y el otro
Un mes, cincuenta y tres exposiciones, y «el yo y el otro» como eje temático. Es la carta de presentación de esta sexta edición de PhotoEspaña, que inauguró ayer la ministra de Cultura en el Jardín Botánico. No hubo discursos. Las altas temperaturas registradas (tanto política como meteorológica) no daban para muchas alocuciones a la intemperie. La propuesta de los organizadores es un atracón fotográfico, en el que tienen cabida no sólo los maestros consagrados (que los hay), sino también los jóvenes valores. Oliva María Rubio, directora artística del festival, que se despide después de tres años, cierra con «NosOtros» una trilogía en torno a la identidad, que, en las dos ediciones anteriores, abordaron este tema desde las perspectivas del territorio y el género.
Con el Paseo de la Castellana como columna vertebral (un signo de identidad del certamen), se han implicado museos, galerías y numerosos centros e instituciones -algunos se incorporan este año por vez primera-, que estudian a conciencia sus calendarios para que coincidan las exposiciones fotográficas en estas fechas. Entre las novedades, tal vez lo más atractivo sea la decisión de sacar la fotografía a la calle. Ya en otras ediciones salió de los centros artísticos para instalarse en lugares expositivos inusuales como estaciones u hoteles.
La democratización del arte
Pero este año se ha querido ir más allá: una treintena de artistas verá cómo sus obras se muestran en calles, plazas y establecimientos comerciales en pleno centro de Madrid: el barrio de Huertas. Los peatones que paseen por el entorno del Paseo del Prado, la calle Huertas y la Plaza de Santa Ana descubrirán vídeos, fotografías o graffitis en fachadas, balcones y escaparates. O sea, la democratización del arte. Y como el arte no puede dar la espalda a la vida, se ha programado un curioso concurso, con la peculiaridad de que las fotos a concurso se envían a través del teléfono móvil, una práctica que logra cada día más adeptos.
Lugares tan cotidianos para los madrileños como estaciones de Metro o de Renfe se convierten en improvisadas salas de arte. Si Mahoma no va a la montaña... Pues bien, es el arte el que va al encuentro del público (lo contrario a lo que estamos acostumbrados). Así ocurre con Peter Granser en la estación de tren de Recoletos y Juan Alberto García de Cubas en la de Metro de Nuevos Ministerios. El primero, un periodista austriaco que vive y trabaja en Stuttgart, exhibe «Sun City», un proyecto que fue premiado con el World Press Photo en 2002. El segundo, artista y arquitecto madrileño, reflexiona en plena calle y bajo tierra (y con unas instantáneas de formato espectacular) sobre el papel del artista y la multiplicidad de la obra. Su propuesta lleva un curioso título: «Siempre que miro por la ventana me veo a mí». Una instalación fotográfica en la que el individuo observado se convierte en observador de sí mismo.
Llegan nuevas exposiciones
Desde el pasado día 13 se han ido inaugurando (eso sí, con cuentagotas) un puñado de exposiciones, algunas tan destacadas como las de Català-Roca y Jesse Fernández (Museo Reina Sofía), Joel-Peter Witkin (Círculo de Bellas Artes), Christine Spengler (Canal de Isabel II), Sol LeWitt (Fundación ICO) o Robert Mapplethorpe (galería Arnés y Röpke). Ayer abrían otras de interés, como la del norteamericano Philip-Lorca diCorcia, que se pregunta «How do we look?» (¿cómo nos vemos?) en la Fundación Telefónica. Es un recorrido, a través de 40 instantáneas, por su personalísima galería de retratos (transeuntes anónimos, familiares y amigos). En el Jardín Botánico, Samuel Fosso rinde homenaje a su abuelo, curandero de un poblado de Nigeria, mientras Julie Moos muestra una docena de retratos frontales, siempre en parejas, de su serie «Domésticos».
La ya tradicional caravana (formada por organizadores, artistas, comisarios y prensa) que, a bordo de un autobús, visita el día de la inauguración unas cuantas instituciones, se detuvo ayer también en el Centro Cultural de la Villa, que presenta tres exposiciones: Jaume Blassi, Hannah Villiger y la colección Lambert. Ya por la noche, se proyectó en la Casa de América un más que curioso documental de Paco Cao, que ideó un original concurso, «¿Te pareces a JP? Do You Look Like JP?», celebrado en febrero en el Museo del Barrio de Nueva York. Inspirado en el famoso retrato de Juan Pareja realizado por Velázquez, éste se reconstruyó digitalmente a partir decuarenta retratos tomados en las calles de Nueva York. El ganador -quien más se pareciese al personaje- fue finalmente Jason Scott Jones.
Entre las numerosas actividades paralelas del festival (premios, proyecciones nocturnas, clases magistrales, visionado de porfolios...) hay que subrayar unos debates en torno a la fotografía, que reunirán los próximos días 19 y 20 a prestigiosos artistas, comisarios, críticos y ensayistas. Oliva María Rubio se mostraba ayer muy satisfecha de su paso por PhotoEspaña: «Mis objetivos han sido dar una coherencia temática al festival (que no fuese una simple reunión de exposiciones), ampliar la definición de fotografía, dotar al certamen de una dimensión crítica y reflexiva, y situarlo a nivel internacional. Creo que lo hemos conseguido. Se ha convertido en un evento de referencia, con un gran reconocimiento en todo el mundo». La fotografía se convierte, hasta el 13 de julio, en el lenguaje artístico de las calles de Madrid. |