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Soy un libro, ¿me llevas contigo?
www.eldiariovasco.com - 26/11/2003
«Perdona, te dejas esto». La camarera sostiene el libro de la book crosser y la mira con cierto aire de sospecha. Esta vez no ha salido bien. La idea de la liberadora de libros era dejar el volumen en la silla, desaparecer y esperar que alguien, a poder ser bibliófilo, lo encontrara, leyera y, siguiendo el juego, lo volviera a poner en circulación abandonándolo de nuevo.

Perder libros a propósito, con el fin de que la gente los encuentre y se aficione a la lectura, es algo más que un pasatiempo extravagante. El book crossing (cruce de libros), nombre original del invento, es una idea más ambiciosa. «Se trata de un proyecto de alcance global que lo que pretende es convertir el mundo entero en una biblioteca», como afirma convencida Cecilia Piris -alias Atenea Nike-, una joven estudiante vitoriana que ejerce como una de las portavoces en España de lo que ya es un club mundial de amantes de la lectura, cuya sede se encuentra en Internet.

La idea no es soltar libros sin ton ni son. Como en toda biblioteca, en ésta también existe un registro que controla e identifica los movimientos de los volúmenes. Es un catálogo virtual y se encuentra en www.bookcrossing-spain.com. El que quiera apuntarse debe registrarse allí y hacer lo propio con los libros que va a liberar, se cruzan en su camino o recibe directamente de otros book crossers.

«Registrarlo en el sistema te da una identificación para el libro de por vida -explica Cecilia-. Has iniciado su diario, en el que se registrarán sus movimientos y las opiniones de los lectores». Mientras se escriben estas líneas, 691.483 libros se mueven por todo el mundo registrados en este sistema.

El juego, como lo define la book crosser bilbaína Nati de la Puerta, requiere la complicidad del receptor del libro, la persona que se lo encuentra en un banco del parque, la mesa de un café o un vagón del Metro. La mayoría de los que se topan con uno de estos volúmenes lo asume como un regalo inesperado y se lo quede. «La probabilidad de que el que encuentre el libro no siga el sistema y se lo apropie es bastante alta. De hecho, el número de libros que reaparecen es sólo el 25%», detalla Atenea. Si por el contrario, la persona que se cruza con el título liberado entra en la página de Internet, «se encontrará con las experiencias de los que lo han tenido antes que él y podrá aportar su grano de arena».

Gente especial

¿De dónde salen los libros? En principo, de las bibliotecas de sus liberadores. Una alternativa es comprar ejemplares de segunda mano de las obras que les han gustado. Los book crossers son «gente muy especial -apunta Atenea-, muy generosa con su tiempo y con su dinero, que está dispuesta a prestarte un libro, 100 o los que necesites». Sobre las motivaciones, no hay grandes misterios detrás: «Esto es una de esas cosas que te hace sentir mejor». En cuanto a los editores, no tienen nada que temer: los libera libros compran mucho más que los lectores convencionales.

En este momento en España hay más de 7.000 personas que practican esta forma de fomentar la lectura. Un número muy alto que sorprende, más si se tiene en cuenta que «hace un año apenas éramos 20». «Esto funciona poco a poco, es como un goteo. Va de boca en boca». Algo impresionante para una iniciativa que nació como el hobby de un programador norteamericano, Ron Hornbaker, el 17 de abril de 2001. Según Atenea, en España «las zonas que más book crossers tienen son Madrid, Barcelona y el País Vasco. En Asturias están empezando a aparecer bastantes ahora». En cuanto al perfil, el book crosser típico es «una mujer de 41 años, que compra más libros desde que es book crosser'de los que compraba antes».

Los liberadores de libros no se limitan a soltarlos por ahí. También organizan intercambios de lectura entre ellos, como los book rings (círculos de lectura), consistentes en que los componentes de un grupo se pasan unos a otros un título por el que sienten particular interés. Al final del circuito, el volumen vuelve a su emisor. Sin embargo, la liberación, el abandono a lo desconocido, es la parte más emocionante. «La sensación que te produce soltar libros es maravillosa», detalla Atenea.

Hay quien se queda escondido detrás de un árbol para ver quien encuentra el libro. No es el caso de Cecilia Piris: «Los dejo en sitios donde nadie me va a preguntar y salgo corriendo. Me hago invisible». Su motivo es evitar las situaciones como la que abre este reportaje: «La idea de que venga un desconocido y te diga 'oiga que se deja este libro' y tener que decirle que 'no, si es a posta' sí que da corte».

Para Atenea esta actividad no es realmente novedosa si se considera el tema en su conjunto puesto que los libros «se prestan y se pierden desde siempre. Pasan de mano en mano, desaparecen. Los libros son viajeros de toda la vida».
 
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