Aunque el consumo de cocaína tiene terribles efectos negativos a corto plazo, no hay que olvidar nunca que uno de los grandes problemas que produce esta droga se encuentra referente a lo que ocurre a largo plazo. La cocaína tiene un nivel de toxicidad que puede llegar a afectar a nuestro organismo de muy distintas maneras.

Con el consumo continuado de esta droga nos exponemos a sufrir ictus, infartos o arritmias como posibles efectos adversos más comunes. También nos exponemos a sufrir una serie de enfermedades respiratorias que podrían cambiar nuestra vida para siempre. Por ejemplo, se nos podría perforar el tabique nasal o sufrir una peligrosa hemorragia pulmonar, además de edemas en el pulmón o neumotórax.

También podemos sufrir fallo renal agudo y distintas enfermedades neurológicas que nos podrían afectar de una forma permanente, entre ellas el ictus isquémico. Los riesgos de fallecimiento son elevados a causa de hemorragias cerebrales y también podemos llegar a tener problemas en el día a día, como cefaleas. Otro de los problemas que se generan de una manera directa cuando consumimos cocaína son consecuencias muy graves en el hígado, con enfermedades hepáticas de gran peligro. El motivo de ello es que la cocaína es una de las drogas más tóxicas para la salud hepática para nuestro organismo.

A largo plazo los efectos de la cocaína también es posible que nos ocasionen enfermedades y problemas en el sistema digestivo. Entre otras cosas podemos sufrir vómitos, náuseas o anorexia. Más complicado que esto, y que las diarreas que podemos sufrir de forma crónica, podemos llegar a sufrir hemorragias y perforaciones, además de terribles úlceras gastroduodenales.

Sin olvidar de los problemas a corto plazo que tendremos, como contracción en los vasos sanguíneos, alteraciones en el ritmo cardíaco, efectos en la presión arterial, estados de paranoia o arritmias cardíacas severas.

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